tag:blogger.com,1999:blog-4656642341625952965.post7794169372971184200..comments2022-07-10T16:04:07.702-07:00Comments on AQUÍ Y EN OTRO LUGAR: Lugares comunes en Kierkegaard, Baudelaire, Sartre y Samuel BeckettUnknownnoreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-4656642341625952965.post-17142133080292229062013-08-24T16:19:42.549-07:002013-08-24T16:19:42.549-07:00[...] Y es que no podemos olvidar que Baudelaire e...[...] Y es que no podemos olvidar que Baudelaire está tremendamente influido por uno de los filósofos más pesimistas de la historia de la filosofía, Schopenhauer. Recordemos que para el filósofo alemán, la vida burguesa, la vida hija de la Ilustración, es una vida abocada a una lucha de voluntades sin sentido, y lo que es peor de todo, la vida burguesa está marcada principalmente por descubrir que todo intento, acción o hecho es en vano ante la muerte. Da igual lo que hagamos, no hay posibilidad de trascender al funesto final, al eterno fin. La única solución para Shopenhauer es la contemplación.<br /><br />Sin embargo, aquí es precisamente, donde a pesar de que tanto Sartre, como Beckett y Baudelaire comparten mucho con Kierkegaard, el filósofo danés los supera. Porque aunque la angustia es pesimismo, es negatividad, es también potencialidad para la esperanza. Aquí toma capital importancia la diferencia entre el "hombre estético" y el "hombre ético" que analiza Kierkegaard.<br /><br />Frente al abandono y la permanencia en el "hombre estético" que pregonan los demás, en el goce del placer, el arte, la belleza y demás, el filósofo danés nos dice que la angustía, que es hija de la duda en la existencia de Dios, es el camino también para hallar ese hombre nuevo que descubre que la vida buena, la vida justa, la vida llevada a cabo bajo la esperanza de la Fe y la obligación moral con la comunidad, donde encuentra su salvación.<br /><br />Es tremendamente ilustrativo que Kierkegaard comparta con el Fausto de Goethe la salvación en la ética y la dedicación a los demás, en la idea de comunidad. Baste recordar como termina la obra con ese canto de los ángeles mientras Fausto sube al cielo aún habiendo perdido la apuesta: "a quien siempre se esfuerza con trabajo podemos rescatar y redimir". Pero no se trata de un trabajo cualquiera, es un trabajo de entrega y dedicación a una causa mayor, a la comunidad, la patria, la nación.<br /><br />La última reflexión de tu artículo me lleva al individuo y la libertad. Despojados de las cadenas de la religión, abandonados sin la tutela de un Dios que premia o castiga, el ser humano se descubre y se asusta. Y ese miedo, ese sentirse solo es lo que provoca esos lugares comunes de los que hablas. Pero aunque no todos alcanzan el paso siguiente.<br /><br />Mientras que el autor de las "Flores del Mal" encuentra la salvación a través de la "mujer" y Beckett a través de lo absurdo de la existencia que ya no concibe nada más que el yo. Kierkegaard y Sartre dan con la palabra que nos reconduce a la esperanza de sabernos solos y libres, RESPONSABILIDAD. Está en nuestras manos el asumir nuestra condición, y está en nuestras manos el saber que hacer con ella y actuar. Para el danés la salvación está en la entrega a la comunidad y el trabajo que propician el reencuentro con Dios. Para el filósofo francés, el asumir la libertad con responsabilidad y saberse que nada se nos debe más que aquello que consigamos con nuestra propia acción.<br /><br />Sin embargo, es curioso como esa incitación a la acción responsable no es más que el medio para salir de la situación no deseada, es decir, la libertad y el saberse solo. Porque para Kierkegaard se regresa al calor del establo de Dios y para Sartre, se regresa al calor del establo del Estado, ese nuevo dios en que los hombres se encontraron y dejaron de tener miedo a estar solos.<br /><br />Como puedes ver, una lectura muy sugerente que ha dado pie a reflexiones por mi parte. Y con los aplausos y críticas ya servidas, me despido dándote las gracias por permitirme este espacio de pensamiento y reflexión.<br /><br />Un abrazo.<br />Alberto Fernándezhttps://www.blogger.com/profile/05739955199255391783noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4656642341625952965.post-52882624867560003792013-08-24T16:18:45.987-07:002013-08-24T16:18:45.987-07:00Magnífica exposición sobre los conceptos que sacas...Magnífica exposición sobre los conceptos que sacas a la palestra, así como también el intento comprender los que tienen de común, como ya bien dice el titulo del artículo.<br /><br />La verdad es que su lectura me ha llevado por un sinfín de caminos del pensamiento y la reflexión curiosos que intentaré compartir contigo.<br /><br />La principal reflexión que me ha producido la lectura de tu artículo ha sido la de confrontación. Los conceptos de angustia, hastío, náusea y absurdo me plantean una lucha encarnizada contra ese producto de la Ilustración que fue el Idealismo, sobre todo el idealismo transcendental de Kant. Frente a la esperanza con que el filósofo prusiano regó el jardín, las flores que en él nacieron no fueron las que él esperaba.<br /><br />No contra él, pero si contra esa idea de transcendencia e incluso contra el "mejor de los mundos posibles" de Leibniz.<br /><br />Y es que esa es la ruptura que supone el paso del idealismo kantiano hacia la nueva filosofía que reacciona contra él. Por un lado, el idealismo alemán en las figuras de Schelling, Ficht, Hegel o Jacobi y, por otro lado, el existencialismo de Kierkegaard. Posteriormente, simplemente tenemos el desarrollo filosófico de Hegel que recoge Marx y que acaba uniéndonse, como por arte de magia, a ese existencialismo de Sartre. Finos son los lazos que los unen, pero firmes en las tradiciones que los atan. Faltaba la necesidad de ruptura con el teatro "clásico" y la aparición del teatro de lo absurdo para que Beckett se una por fin, formando esta tetralogía de pesimismo y critica kantiana.<br /><br />Y es que esa reacción pesimista es la segunda reflexión que acudió a mí leyendo tu artículo. Los cuatro parten de situaciones que podemos tildar de pesimistas, oscuras para el ser humano, para el individuo. El hombre, por fin se ve arrojado de verdad del paraíso, sin dios ni esperanza y abocado a una vida sin significado más que el propiamente vital. Ya no hay posibilidad de transcendencia, de salvación, de ir más allá.<br /><br />Esta situación de la condición humana es lo que lleva a Baudelaire a esa angustia en la primera parte de su obra, Las flores del mal. El hombre solitario, sin meta, sin fines, debe encontrar la paz, la vida plena en la estética, la belleza, el arte, la música, la poesía. Sin embargo, este buscar en el yo estético es vano y fútil.<br /><br />[...]Alberto Fernándezhttps://www.blogger.com/profile/05739955199255391783noreply@blogger.com