La Unión Europea sigue siendo un protectorado de los Estados Unidos de América. El precio de su seguridad es su independencia ya que se ha optado por ponerse a resguardo tras el ejército de los Estados Unidos, obteniendo así la seguridad sin coste económico pero sí político.
Mientras tanto, la OTAN, ejército americano-europeo bajo mando estadounidense, fue creada con vistas a proteger el territorio europeo, hoy día se utiliza en escenarios lejanos. En política internacional, los estados de la Unión Europea no constituye una auténtica fuerza.
Esto se ha demostrado en la gestión del conflicto en Ucrania. Después del intento fallido de la UE de incorporar a su influencia comercial a Ucrania, Vladimir Putin ha redibujado los mapas, tanto de la Europa del Este (Crimea) como de Oriente Próximo (Síria) mientras la UE se retuerce de angustia, da rienda suelta a una verborrea de tópicos vacíos sobre el derecho internacional y aprueba sanciones insustanciales que ponen de manifiesto su propia debilidad.
Esta situación debería hacernos cuestionar si debemos seguir bajo el protectorado de Estados Unidos o la UE debe hablar por sí misma. La UE debería ser capaz de garantizar la defensa del territorio de la Unión, disponer de armas de disuasión, impedir todo conflicto armado en Europa o ser capaz de intervenir puntualmente fuera del continente ante la llamada de un gobierno amigo o para interrumpir un genocidio.
Esta situación que vive europa parece fruto de la voluntad de unas dirigentes europeos que prefieren seguir gobernando una intercommunalité antes de arriesgarse a perder el poder en el ámbito de unos Estados Unidos de Europa.
Mientras los dirigentes europeos no se deciden, seguirán haciendo declaraciones públicas sin contenido sobre la importanica de reactivar sus economías mientras en privado expresan un alivio enorme porque están evitando un enfrentameitno con Rusia. Los dirigentes europeos parecen incapaces de mantener la conexión entre políticas que mejoren la vida de sus propios países y políticas que mejoren la vida fuera de ellas como en el caso de la inmigración extracomunitaria en el Sur de Europa.
Sin un sistema de defensa propio, la Unión Europea no podrá hablar por sí misma políticamente.
Sin un sistema de defensa propio, la Unión Europea no podrá hablar por sí misma políticamente.
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