Este es el primer de una serie de post
sobre los reformadores ilustrados españoles que aparecieron durante el reinado
de Carlos II (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808). En esa época el país aún se
regía con los parámetros del Antiguo Régimen y por el absolutismo y centralismo
introducidos por los Borbones. Se empezaban a experimentar cambios
significativos en su estructura económica y social. En ese periodo aparecieron
en España determinados sectores que empezaron a expresar su voluntad
modernizadora, su proyecto de aplicar en España los principios de la
Ilustración.
Pablo de Olavide (1725-1803).
Considerado uno de los más activos
reformistas ilustrados de la España del siglo XVIII. Escritor, jurista y
político su vida estuvo marcada por la polémica, la cárcel y el exilio. Puso en marcha dos proyectos que tendrían
una extraordinaria trascendencia cultural y económica.
En primer lugar, su plan
de estudios universitarios de 1767 puso fin al escolasticismo en la enseñanza e
introdujo el empirismo en el estudio de las ciencias.
En segundo lugar, su informe sobre la ley agraria del año siguiente propuso alternativas estructurales y tecnológicas
para la tenencia y explotación de la tierra orientadas contra el latifundio y a
lograr una mayor productividad de la tierra.
Investigado por la Inquisición, en 1775
fue acusado de herejía y encarcelado al año siguiente. Confiscados todos sus
bienes y condenado a ocho años de reclusión conventual, en 1780 logró huir a
Francia, donde, bajo el seudónimo de conde de Pilos, fue acogido por Voltaire y
Diderot.
Al estallar la Revolución Francesa, Pablo
de Olavide la saludó como un triunfo de la razón, ocupó diversos cargos y la Convención
le concedió la ciudadanía francesa. Durante los días del Terror salió de Paris
lo que no evitó que fuera encarcelado en Orleans en 1794. Allí escribió la
novela "Envangelio en triunfo" cuyo contenido le supuso la vuelta a
España en 1798, y por orden de Carlos IV, se le restituyó su dignidad y
bienes.
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