Es en estos contextos de crisis en los que
la verdadera cara del capitalismo surge a la superficie. En momentos de
crecimiento económico, en los que la clase trabajadora disfruta de créditos
bancarios a bajo interés y de puestos de trabajo, las implicaciones reales y
concretas del capitalismo permanecen escondidas.
Hoy en España vivimos una situación que
hace poner de punta a los pelos más rizados. Mientras en Sevilla se da
desayuno, comida y merienda gratuita a niños cuyas familias no tienen recursos
para darles de comer, en Barcelona se pagan 57 millones de euros por un jugador
de futbol de apenas 21 años. ¿Por qué suceden estas situaciones? Cuando la
riqueza de la sociedad decae, quien más padece es el obrero, pues si en el
estado próspero de la sociedad la clase obrera no puede ganar nunca tanto como
los propietarios, ninguna sufre tan cruelmente con su decadencia como la clase
obrera. El obrero no tiene necesariamente por qué ganar con la ganancia
del capitalista, pero pierde necesariamente al perder él.
A toda esta situación se añade la
afirmación del banco de España de querer bajar el salario mínimo a la población
joven. Hemos llegado a un punto en que el mismísimo Banco de España es capaz de
saltarse una de las normas básicas de la Economía Política: la necesidad de
sostener a la clase trabajadora exclusivamente para evitar que esta se extinga.
Con esa afirmación el banco de España degrada al joven trabajador tanto física
como espiritualmente. Este embrutecimiento al que quiere llevar el Banco de
España al joven trabajador, por suerte, ha tenido la oposición de todos los
agentes sociales incluido el gobierno.
Que haya en esta sociedad 57 millones de
euros para fichar a un joven jugador de futbol y pagarle una ficha exorbitante,
y por otro lado, se quiera pagar un salario por debajo del mínimo
interprofesional, debe hacernos reflexionar hasta qué punto está polarizado el
mercado laboral español y hasta qué punto es injusta la redistribución de la
riqueza. Hay dinero. Hay dinero y se invierte en aras del beneficio privado y
no en pro del beneficio social.
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