Bertolt Brecht tuvo que sufrir dos de las grandes censuras del siglo XX: la del Comité de Actividades Antiamericanas y la del Ministerrium für Staatssicherheit (STASI).
En 1941 marcha al exilio en los Estados Unidos. Instalado en California, Bertolt Brecht, sacando partido hábilmente de su pobre inglés supera el interrogatorio del Comité de Actividades Antiamericanas sin denunciar a nadie.... pero al día siguiente sale de los Estados Unidos con su equipo teatral en el primer avión.
Los últimos años de vida de Bertolt Brecht son duros. En la República Democrática Alemana (RDA bajo gobierno comunista, no lo quieren ya que su teatro era criticado por pesimismo moral frente al ideal soviético del socialismo real. Por lo tanto, los soviéticos no lo quieren, lo que no les impide darle el premio Stalin de la Paz en 1954.
Comenzó a trabajar en la Antígona de Sófocles en la versión alemana de Firederich Hölderlin y en el Pequeño Organum para el teatro como director del Deutches Theatre. Desde la creación en otoño de 1949 en que crea el Berliner Ensemble junto con Helene Weigel, las relaciones con las instituciones comunistas fueron muy difíciles.
Los censores y comisarios políticos del Partido Socialista Unificado de Alemania (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands) prohibieron la representación de varias piezas teatrales como por ejemplo la de Santa Juana de los Mataderos y de la película de Brecht títulada Kuhle Wampe que es un homenaje a la libertad.
Esta situación agota su inspiración y sólo le queda su Berliner Ensemble, con un elencio incondicional y un público adicto, que sigue reclamándole el Círculo de Tiza, la Ópera de cuatro cuartos... o alguna adaptación de un clásico. Esto es debido a que es más fácil engañar a la censura con túnicas. De aquí que se estrenaran, entre otras, Antígona (1947/1948), La condena de Lúculus (1951), El juicio de Santa Juana de Arco (1952), Don Juan (1954) y la escritura de Turandot (1953-1954),
Bertolt Brecht, en sus últimos días, convertido en un crítico de la Alemania Oriental y enfermo de corazón, acusaba de un boicot e intentos de hacerle desaparecer. Hay dudas de su muerte natural desde la publicación en 2006, por el diario Der Taggespiegel, de una conferencia del director de los servicios secretos Erik Mielke en 1956, en la que comentaba que Bertolt Brecht murió después de pretender denunciar a un miembro de la STASI. Por suerte, el público alemán sigue adorando la obra teatral de Bertolt Brecht pero no la ideología en la que fue concebida.
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