sábado, 28 de junio de 2014


Édipo Rey representa la búsqueda de la propia identidad, una identidad que no es la que él pensaba. Édipo es víctima de unas circunstancias que han sido dadas, y que yacerían enterradas sino hubiera sido por su insistente ímpetu de búsqueda de los orígenes. Una vez la verdad hallada, no puede hacer nada contra esa situación. Cabe preguntarse, ¿Es que acaso hay verdades que es mejor no conocer? En Édipo Rey la verdad no es ni liberadora ni emancipadora, sino que sojuzga, somete y subyuga. A medida que avanza la trama narrativa, cada vez más, Édipo se halla inmerso en una maraña de consecuencias que le constriñen. Cada movimiento en la partida de ajedrez con la vida le lleva a quedarse más y más aislado, hasta encontrarse a solas con la Nada. 

La obra empieza con una representación de la ciudad de Tebas encabezada por el sacerdote que le pide a Édipo Rey que tome medidas ante la situación de hambruna y peste que sufre la población. 



Creonte le dice a Édipo Rey que hasta que no se asesine al criminal o bandidos que asesinaron al anterior Rey Layo, no se solucionarán los problemas de la ciudad. A esto Édipo responde:

"ÉDIPO:...una sola manera de librarnos del mal,
averiguar bien quiénes a Layo asesinaron
y matarles o hacerles que de esta tierra salgan."
(Édipo Rey, 307-309)

A esta afirmación Tiresias responde lo siguiente dirigiéndose a Édipo Rey:



"TIRESIAS: ...porque eres el impío que el país contamina."
(Édipo Rey, 353)

"TIRESIAS: Aseguro que estás en vergonzosa unión
con seres muy queridos sin ver cuánto es tu oprobio"
(Édipo Rey, 366-367)

"TIRESIAS: La doble maldición de tu padre y de tu madre
avanzando terrible te echará de esta tierra"
(Édipo Rey, 417-418)

Édipo reacciona perplejo preguntándole que quién son esos padres a los que él se refiere pero queda sin respuesta. Acto seguido, Édipo cree que, Creonte, hermano de su mujer Yocasta, conspira contra él. Yocasta pone fin a la discusión. Seguidamente Édipo recuerda que el mismo día que Layo fue asesinado, Édipo mató a un heraldo y un hombre que iba en carreta. Édipo sospecha que fue él mismo quién mató a Layo sin saber que era él. De los hombres que asesinó solo un hombre sobrevivió y al que Édipo quiere ver para saber si fue una banda de asesinos o fue un sólo hombre para comprobar quién mató a Layo. 



Llega un mensajero a palacio que comunica lo siguiente:

"YOCASTA: ...Pólibo,
tu padre, ya no existe, sino que yace muerto." (Édipo Rey, 955-956).

"MENSAJERO: Porque no es nada tuyo Pólibo en cuánto estirpe. 
ÉDIPO: ¿Cómo dices? ¿Que Pólibo no fue quien me engendró?
MENSAJERO: No más que la persona que ahora hablando te está.
ÉDIPO: Pero entonces, ¿por qué su hijo me llamó siempre?
MENAJERO: Sabe que como obsequio te tomó de mis manos"
(Édipo Rey: 1016-1022)

Continúa el mensajero:

"MENSAJERO: No, sino que un pastor en mis manos te puso."
(Édipo Rey, 1040)

"YOCASTA: ¡Sin embargo, hazme caso, por favor, y no insistas!
(Édipo Rey, 1064)

"ÉDIPO: ¡Que brote lo que quiera! Yo no aspiro a otra cosa
que a conocer mi raza por humilde que sea....
no hay ninguna razón para ignorar mi origen."
(Édipo Rey, 1076-1085)

Finalmente Édipo consigue  hablar con el siervo que sobrevivió al asesinato de Layo y le dice lo siguiente:

"SIERVO: Era una criatura de la casa de Layo..... pero tu esposa, que está dentro, muy bien te lo podrá explicar.
ÉDIPO: ¿Fue ella quien te dio el niño?
SIERVO: Ciertamente señor.
ÉDIPO: ¿Para qué?
SIERVO: Con idea de que le diera muerte por temor a un oráculo. Se decía que él mataría a sus padres." 
(Édipo Rey, 1171-1178) 

Totalmente aturdido y avergonzado Édipo se halla inmerso en un mar de desdicha e infortunios:

"ÉDIPO: ¡Ay, ay! Todo está claro ya. ¡Véate yo ahora, 
luz, por última vez, pues resulto nacido
de quienes no debí y he vivido con quienes
no debí y maté a aquel que no debí matar"
(Édipo Rey, 1182-1185)

Al poco, Yocasta se suicida ahorcándose al enterarse de que se había casado con su propio hijo. Hecho que acaba de hacer enloquecer a Édipo:

"ÉDIPO: ¡Ay, ay, ay, desgraciado de mí! ¿Dónde me hallo?
¡En qué punto del mundo diré que me encuentro?
¿Por dónde se esparce mi voz y se esfuma?
¿Dónde mi hado volando se fue?"
(Édipo Rey, 1308-1311)

Finalmente Édipo pide a Creonte que lo destierre, a lo que Creonte responde:

"CREONTE: Así al menos ahora darás crédito al dios. (Édipo Rey, 1445)
"CREONTE: Siempre no quieras vencer, pues los triunfos de tu vida no lo fueron al final"
(Édipo Rey, 1524-1525)



Édipo Rey es ese joven en busca de su origen, en busca de sus raíces y que sólo encuentra desdicha e infortunios en la búsqueda. Su identidad se halla en entredicho al ponerse en tela de juicio quién es su padre o su madre y acaba rasgándose los ojos que nada le sirvieron para ver la verdad cuándo la tenía delante de los ojos. 

La obra teatral nos hace cuestionar aquello que creemos cierto e incuestionable. aquello que creemos que es un acierto y que en verdad es una derrota. Por ejemplo, para algunos crear una empresa puede ser un triunfo pero para otros puede ser visto como un esclavo de su propio trabajo.

En el caso de Édipo el desconocimiento, la ignorancia de cuánto le rodea hace que viva en una nube que le parece tan real que le es imposible cuestionarse tales hechos. Édipo se despierta de una ensoñación y cae a los abismos de la identidad. ¿Quién soy yo? una mentira, una construcción social. 

El rey, la reina, la mujer, el marido, el hijo, el padre, la madre... todo es una construcción social en la que no se tiene en cuenta la consanguinidad sino la función social que cumple el rol de padre, madre, rey, reina... y que la pieza teatral de forma sublime como lo que importa es la función sociológica y no la consanguinidad, hasta que aparece la moral y la ética que impiden que un hijo tenga relaciones sexuales con su madre. 

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