martes, 30 de agosto de 2011



En el momento actual nos hallamos en una encrucijada muy importante para el futuro de Europa. Atravesamos no sólo una crisis económica sino una crisis civilizacional de la que aún no sabemos las consecuencias. Estamos en uno de esos momentos históricos como el del Imperio Romano ante la división en dos Imperios el de Oriente y el de Occidente (entre una Europa del Norte y una Europa de Sur) o ante el surgimiento de una nueva realidad social de un alcance inimaginable como la creación de los Estados Unidos de Europa.


La Unión Europea tal y como la hemos conocido es anacrónica. La creación de los Estados Unidos de Europa podría crear las condiciones de posibilidad para que el capital productivo se desvincule relativamente del capital financiero. Actualmente se legisla no para los ciudadanos europeos sino para dar una apariencia de firmeza y transparencia a los inversores de los mercados para que compren la deuda de los Estados con la firmeza de que serán rendibles como activos financieros. Ante esta situación se requieren dos medidas principales:


A) La racionalización de la Administración Pública. El replanteamiento de las medidas keynesianas de que el motor de la economía tienen que ser el Estado y por lo tanto se contemple con buenos ojos el endeudamiento estatal; Un nuevo modelo de economía está surgiendo, la economía del conocimiento de la cual se habla de forma gratuita pero que necesitan tomárselos en serio. Las grandes inversiones en infraestructuras keynesianas que fomentan empleos de baja cualificación deberían pasar a un segundo plano y se debería fomentar una economía basada en la sinergia entre conocimientos y saberes como la ingeniería y la medicina en la creación de nuevas prótesis o en nuevas imágenes para el diagnóstico. Para la sanidad tiene que haber dinero porque es un servicio inmediato y está en el bienestar de los ciudadanos. Pero deben revisarse los gastos superfluos y las inversiones que tienen poco sentido.
Por ejemplo, un kilómetro de AVE cuesta una media de 17,5 millones de euros. Cinco kilómetros de AVE dan para hacer un hospital para una población de cien mil habitantes y un kilómetro de alta velocidad da para construir entre tres y cuatro escuelas de 400 niños. Y sin embargo, estamos haciendo AVEs como el de Albacete-Toledo con pérdidas de 18.000 euros diarios. La Alta Velocidad acumula una pérdida global de 155,72 millones de euros.


B) La unificación política de Europa. El capitalismo concibe la democracia como un instrumento de acumulación; si es necesario, la lleva a la irrelevancia y, si encontrara otro instrumento más eficiente, prescindiría de ella como por ejemplo en el caso de China. El énfasis en la profundización democrática de las democracias actuales pasa por la necesaria unificación de los estados miembros de la Unión Europea en la creación de los Estados Unidos de Europa lo que permitiría unificar cuestiones importantes en materia de política financiera, impositiva y económica aprovechando las ventajas de la grandeza de Europa, ya que para hacer frente a la competencia global no es suficiente una moneda común.


Este proyecto político europeo ha terminado para bien o para mal. Para la desintegración propuesta por el gobierno ultraderechista de Finlandia y con la consecuente creación de alianzas europeas volviendo a los juegos del equilibrio de poder de la Razón de Estado. O por otra parte, para algo insólito en la historia europea: la unificación política para hacer frente al fascismo financiero.


El fascismo financiero es quizás el fascismo más virulento. Es el que impera en los mercados financieros de valores y divisas, la especulación financiera global. Es todo un conjunto que hoy se designa como “economía de casino”. Esta forma de fascismo social es la más pluralista en la medida que los movimientos financieros son el producto de decisiones de inversores individuales o institucionales esparcidos por todo el mundo y, además, sin nada en común fuera de su deseo de rentabilizar sus activos. Por ser el más pluralista es también el más agresivo debido a que su espacio-tiempo es el más refractario a cualquier intervención democrática. La virulencia del fascismo financiero reside en que, al ser el más internacional, está sirviendo de modelo para las instituciones de regulación global cada vez más importantes, a pesar de ser poco conocidas por el gran público. Entre ellas, las agencias de calificación, las empresas internacionalmente acreditadas para evaluar la situación financiera de los Estados y los consecuentes riesgos y oportunidades que ofrecen a los inversores internacionales. Las calificaciones concedidas —que van desde AAA hasta D— son determinantes para las condiciones en que un país o empresa de un país puede acceder al crédito internacional. Cuanto mayor es la calificación, mejores las condiciones. Estas empresas tienen un poder extraordinario.


Según el columnista del New York Times, Thomas Friedman, "el mundo posterior a la Guerra Fría tiene dos superpotencias: los Estados Unidos y la agencia Moody's". Moody's es una de las agencias de calificación, junto con Standard and Poor's y Fitch Investors Services. Friedman justifica su afirmación añadiendo que ”si es verdad que los Estados Unidos pueden aniquilar a un enemigo utilizando su arsenal militar, la agencia de calificación financiera Moody's tiene el poder de estrangular financieramente a un país, atribuyéndole una mala calificación".


Una Europa unida políticamente, y no sólo monetariamente, podrá hacer frente con mayor disuasión a las agencias internacionales de calificación así como favorecer a un nivel mucho más amplio el crecimiento ecológicamente sostenible, la promoción del empleo, la inversión pública, la justicia fiscal y la defensa del Estado del bienestar. Un sistema económico se ha venido abajo y esto requiere una reinvención de la democracia por parte de la clase política profesional para que vean más allá de las fronteras nacionales antes de que los mmovimientos sociales, como el Movimiento de los Indignados, se anticipen a ellos y se lo hagan ver a la fuerza. Europa no es sólo ayudas de la Política Agraria Común sino un horizonte de oportunidades.

0 comentarios:

Publicar un comentario