Hay una tradición en la literatura española que me llama
francamente la atención. La etiqueta es realismo crítico y el contenido se basa
en la representación teatral o novelesca de la realidad que nos rodea pero de
forma crítica. Es decir, mostrar las contradicciones de la época para que el
espectador tome conciencia y reflexione sobre el asunto en cuestión. Este viaje
es el que emprendieron Leandro Fernández de Moratín, Francisco de Goya, Benito
Pérez Galdós y Larra.
Con Benito Pérez Galdós la historia deja
de ser la historia de los vencedores para ser la historia de los vencidos.
Galdós explica la historia interna de España del s.XIX desde Trafalgar hasta la
Primera República. Esto es manifestado en sus Episodios Nacionales, mezclas de
historia y ficción, contradiciendo así la oposición aristotélica entre poesía e
historia. La historia deja de ser una lista de reyes borbones para convertirse
en las vivencias cotidianas de un personaje concreto y a la vez universal de la
época. Galdós lanza una cuerda a la meta-historia para acercarla al sentir
común y plebeyo hasta hacernos sentir que cada instante que vivimos estamos
haciendo historia. Por otra parte, su teatro es una magnífica exposición de
realismo crítico: en sus obras teatrales se exponen contradicciones de la época
y les da una solución. Por ejemplo, dado que el futuro de la mujer era casarse
o el convento, entre sus personajes hay mujeres que no aceptan escoger entre ni
uno ni otro y deciden trabajar y valerse por sí mismas sin dependencia del marido.
Cabe criticar que debido a un interés público por hacer que el público se
interese por su obra (un público principalmente burgués) que implica que las
soluciones a las contradicciones sean menos radicales de las que escribió
inicialmente en sus borradores.
En los Caprichos de Francisco de Goya y Lucientes hallamos la sátira que hace uso
del humor y la crítica mordaz para denunciar las contradicciones de su época
para ensalzarlas en verdaderas obras maestras del carboncillo. Crítica social
de figuras paternas y maternas, de la ignorancia, del narcisismo, de las
relaciones amorosas, la conversión de figuras humanas en animales para así
criticar más y mejor. De los Caprichos me llama la atención la combinación de
letra e imagen así como la mordacidad sagaz del autor.
Leandro Fernández de Moratín censura la
educación de las mujeres de su tiempo y la opresión y abuso de autoridad a que
ellas se ven sometidas, y defiende su libertad en su obra "El sí de las
niñas".
Mariano José de Larra refleja en sus
artículos de costumbres toda una crítica contra la burocracia, la censura, la
pena capital, el uso incorrecto del lenguaje.... mostrando así su descontento con
el país y sus hombres, burlándose de la sociedad y denunciando los males de
España.
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