viernes, 27 de diciembre de 2013


Dos de los principales ejes que cruzan de arriba a abajo el pensamiento contemporáneo son la moral cristiana y la ética kantiana. Ambas están impregnadas en el pensamiento, tanto académico como cotidiano y considero que son una rémora que impide vivir sin represiones y en libertad. 

La esclavitud del pensamiento contemporáneo se basa en el modelo de moral de Cristo, y en el imperativo categórico kantiano. En este apartado explicaré que son ambas y acabaré proponiendo el modelo dialéctico como ejemplo moral y ético. 

¿Qué es la moral?

La moral es el conjunto de creencias y normas de una persona o grupo determinado que oficia de guía para el obrar, es decir, que orienta acerca del bien y el mal de una acción. 

¿Qué es la moral cristiana?

La manera de comportarse de los seguidores de Cristo. Ser cristiano es seguir el ejemplo de Cristo, vivir su mismo estilo de vida, imitar a Cristo, vivir los mismos valores que Jesús predicó. Se refiere a la búsqueda constante por parte del creyente para vivir el estilo de vida de Jesús. La moral cristiana es, por tanto, vivir como Jesús, imitar su estilo de vida y comportarse de acuerdo con los valores del evangelio. 


¿Qué valores son éstos?
 
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre
5. No matarás
6. No cometerás actos impuros 
7. No robarás
8. No darás falsos testimonios ni mentirás
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros
10. No codiciarás los bienes ajenos. 

El problema moral del cristianismo


Hay un defecto serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Según los Evangelios, Cristo creía en el castigo eterno, y uno se topa una y otra vez con una furia vengativa contra los que no escuchaban sus sermones "Serpientes, razas de víboras! ¿Cómo evitaréis el ser condenados al fuego del infierno?". A los que no creían en el Espíritu Santo: "Pero a quien hablase contra el Espíritu Santo, despreciando su gracia, no se le perdonará ni en esta vida ni en la otra". Ese texto ha causado una indecible  cantidad de aflicción en el mundo. Toda esta doctrina de que el fuego del infierno es un castigo por haber pecado, es una doctrina de crueldad. Es una doctrina  que trajo la crueldad al mundo y dio al mundo generaciones de cruel tortura. 

Kant inventó un nuevo argumento moral de la existencia de Dios que, bajo diversas formas, fue  extremadamente popular en el siglo XIX. Consiste en afirmar que no habría bien ni mal si Dios no existiera. Si realmente hay una diferencia entre el bien y el mal uno se debe preguntar: ¿esa diferencia se debe o no al mandato de Dios?. Si se debe al mandato de Dios entonces  para Dios no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no tiene significado la afirmación de que Dios es bueno. Si, como dicen algunos teólogos., Dios es bueno, es que el bien y el mal tienen un significado independiente del mero mero hecho de que Dios los hiciera. Si se afirma esto es que la idea del bien y del mal son anteriores a Dios y que hubo una deidad anterior a Dios o que le mundo fue hecho por el demonio en un momento en que Dios no miraba. 

¿Qué es la ética?

Ética se refiere a la reflexión sobre los compartimentos morales de las personas y como toda reflexión, se plantea lo que está bien y lo que está mal. 

¿Qué es la ética kantiana?


La ética kantiana es una ética formal y autónoma que surge en oposición a las éticas materiales y heterónomas y no universales que hasta el momento había: Tomás de Aquino, San Agustín y los griegos. 
La ética kantiana requiere que sea el propio sujeto moral quien libre y racionalmente se sujeta a las reglas que él mismo produce. Una ética que promueva el valor absoluto de la persona humana y que gira entorno de las dos siguientes cuestiones: "¿Qué debo hacer?" y sobre esta otra:"¿Qué máximas o principios fundamentales podría adoptar una pluralidad de agentes sin suponer nada específico sobre los deseos de los agentes sin suponer nada específico sobre los deseos de los agentes o sus relaciones sociales?".

Esta segunda pregunta se formula como exigencia en la máxima "obra sólo según la máxima que al mismo tiempo puedas querer se convierta en una ley universal". De esta manera se responde a la primera pregunta "¿Qué debo hacer?": en el mejor de los casos debo basar mi vida y acción en el rechazo de máximas no universalizables, y llevar así una vida moralmente válida cuyos actos se realizan por deber, pero incluso si dejo de hacer esto  al menos debo asegurarme de realizar cualesquiera actos que serían indispensables si tuviese semejante máxima moralmente válida. Así, una de las formas que toma el imperativo categórico es la "fórmula de la ley universal" que exige tratar a la humanidad no como un medio sino como un fin. 

De este modo, Kant hace uso de la retórica cristiana tradicional y de la concepción del contrato social de Rousseau para pergueñar la imagen de un "Reino de fines" en el que cada persona es a la vez legisladora y está sujeta a la ley, en el que cada cual es autónomo con la condición de que lo legislado respete el estatus igual de los demás como "legisladores". 

La fórmula de Kant de ver al hombre como un fin en si mismo fracasa en su intento de resolver las perplejidades del ser humano. Al elevar al ser humano a la posición de fin último, degrada todavía más enérgicamente todos los demás "fines" a meros medios. Si el ser humano es el más alto fin la naturaleza y las propias cosas "valiosas" se convierten en simples medios, perdiendo de ese modo su intrínseca dignidad.  

La propuesta dialéctica

Los grandes hombres como Kant lo sometieron todo a la crítica más despiadada: religión, concepción de la naturaleza, sociedad orden estatal.... todo tenía que justificar su existencia ante el tribunal de la razón o renunciar a su existencia. Lo pasado no merecía más que compasión y desprecio. Con Kant irrumpía la luz del día; a partir de aquel momento, la superstición, la injusticia, el privilegio y la opresión iban a ser expulsados por la verdad, la justicia eterna, la igualdad fundada en la naturaleza y los inalienables derechos del hombre. Hoy sabemos que el Reino de la Razón no era más que el Reino de la Burguesía idealizado, que la justicia eterna encontró su realización en los tribunales de la burguesía, que la igualdad desembocó en la igualdad burguesa ante la ley, que como uno de los derechos más inalienables del hombre proclamó la propiedad y que el estado de la Razón, el contrato roussoniano, tomó vida y sólo pudo cobrarla como república burguesa democrática. 

Kant y Rousseau no pudieron rebasar los límites que les había puesto su propia época. Para estos pensadores toda cosa existe o no existe: una cosa no puede ser al mismo tiempo ella misma y algo diverso. Lo positivo y lo negativo se excluyen lo uno y lo otro de un modo absoluto; la causa y el efecto se encuentran en rígida contraposición. Este sentido común encarcelado en sus cuatro paredes es unilateral, limitado y abstracto y se pierde en irresolubles contradicciones, porque atendiendo a las cosas pierde su conexión, atendiendo a su ser pierde su devenir y su perecer. 

Cuando sometemos a consideración del pensamiento la naturaleza o la historia humana, o nuestra propia actividad espiritual, se nos ofrece por de pronto la estampa de un infinito entrelazamiento de conexiones e interacciones, en el cual nada permanece siendo lo que era, ni como era ni donde era, sino que todo se mueve, se transforma, deviene y perece. Esta concepción del mundo, es la de la antigua Grecia y ha sido formulada por primera vez por Heráclito: todo es y no es, pues todo fluye, se encuentra en constante modificación.

Sólo, pues, por vía dialéctica, con constante atención a la interacción general del devenir y el perecer, de las modificaciones progresivas o regresivas, puede conseguirse una exacta exposición del cosmos, de su evolución y de la evolución de la humanidad. 

En la medida en que consideramos las cosas en su movimiento, su transformación, su vida, y en sus recíprocas interacciones. Entonces tropezamos con las contradicciones. La vida consiste precisamente ante todo en que un ser es en cada momento el mismo y otro diverso.

Hay tres leyes fundamentales: 

1) Las alteraciones meramente cuantitativas mutan, llegado cierto punto, en diferencias cualitativas. 

Por ejemplo, la transformación de los estados de agregación del agua, que a a presión normal y hacia los 0ºC pasa del fluido al sólido, y hacia los 100ºC pasa del líquido al gaseoso. Otro ejemplo, la cooperación de muchos, engendra una nueva potencia de fuerza esencialmente diversa de la suma de sus fuerzas individuales. Otro ejemplo, en las fórmulas moleculares tenemos toda una serie de cuerpos cualitativamente distintos, formados por simple añadido cuantitativo de elementos y siempre en la misma proporción. 


2) Ley de la interpenetración de los contrarios o opuestos


Rousseau ve un progreso en el origen de la desigualdad pero este progreso de la civilización es al mismo tiempo un nuevo progreso de la desigualdad. Todas las instituciones que se da la sociedad mutan en lo contrario: los pueblos se dan principales para proteger su libertad y a pesar de ello los príncipes se convierten por necesidad en opresores de los pueblos. La desigualdad muta también en igualdad: ante el déspota son todos iguales, a saber, iguales a cero. 

3) El desarrollo crea las propias condiciones de destrucción: La negación de la negación.

La negación de la negación es una ley muy general, y por ello mismo de efectos muy amplios e importantes, del desarrollo de la naturaleza, la historia y le pensamiento; una ley que, se manifiesta en el mundo animal y vegetal así como en la filosofía y la historia. En el reino vegetal si un grano de cebada encuentra las condiciones que le son favorables, se produce en él, bajo la influencia del calor y de la humedad, una transformación característica: germina; el grano perece como tal, es negado, y en su lugar aparece la planta nacida de él, la negación del grano. La planta crece, florece, se fecunda y produce finalmente otros granos de cebada, y en cuanto que éstos han madurado muere el tallo, es negado a su vez. Como resultado de esta es la negación de la negación tenemos de nuevo el inicial grano de cebada.



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