miércoles, 22 de enero de 2014



I

Una tarde fría de Febrero,
En un patio sereno
Jugaba la alegría
A no perder su poesía.

La parda brisa de Febrero,
Remueve el alma turbia.
El cantar de los pájaros
Ilumina el camino a seguir,
El camino sin retorno de los sueños.

¿Es el sueño, verdad o ficción?
Mi alma se deshace entre
Fríos claros y verdes cantos
En el banco de madera
Que una vez me vio llegar
Y que pronto me verá partir.

¿Es real la realidad?

Cuando llega el final del día,
Los ojos pesan y el alma languidece
Pero es solo en ese momento
En el que debemos preguntarnos
¿hemos sido buenos?

El alma se retuerce,
Mis ojos en el atardecer
Ven la luz que un día
Brilló como adalid.
Como dijo el gran Calderón
La vida es sueño. Un sueño
Que debemos vivir pero sin
Más afán que el buen obrar.

¿He sido en el buen sentido bueno?

Cae la tarde,
La noche se asoma a su luz.

II

El hombre sigue caminando,
Caminando andando,
Corriendo pensando,
En un lugar ansiado.

¿Es el querer y el no poder
el motor del hacer?,
Hacer y no poder,
Poder y no querer.

Es al atardecer,
Cuando uno corre a cuestionar
Si su obrar,
Fue digno de querer.

Es en la clara noche,
En la que quisiera vivir,
Confundido entre el dormir
Aturdido con el vivir.

Dormir, vivir...
Las dos caras de una hoja de sauce
Que caen sin percibir
Que sienten sin describir.

III

Sus cantos a lo lejos
Estremecen mi alma
Sus graznidos en lontananza
Me recuerdan lo que fuimos.

El amor que calienta mi alma
No es un amor fatuo,
Es una alegría que en el vivir
Encuentra su dulce amada.

Tú, mi Dulcinea del Toboso,
Tú que me empujas al vacío
Para recordarme
Lo frugal de tu existir,
Vienes y me susurras a la oreja
¡Soy yo... tu amor!
Mis ojos,
Que verte quisieran,
Se entristecen y te cantan
¡Ay amor que quererte quiero!

Marzo, 2010

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