jueves, 22 de agosto de 2013


En este post pretendo comparar la figura trágica del avaro en Shakespeare, Molière y Brecht: El comerciante de Venecia (1596-1598), El avaro (1668) y La ópera de cuatro cuartos (1928). Aunque la obra de Brecht y Molière puedan considerarse unas exploraciones parciales de la exposición de Shakespeare, las tres piezas tratan el mismo tema (la decadencia de una clase social y el advenimiento de una nueva) y aparecen dos figuras que en muchos casos son comparables (el avaro o clase decadente y la nueva clase social ascendente).

El avaro de Molière o Harpagón es un personaje que ama el dinero más que la reputación, el honor y la virtud y la vista de un peticionario le produce convulsiones. Es golpearle en su lugar mortal; es atravesarle el corazón, es arrancarle las entrañas. Harpagón tiene síntomas de desequilibrio mental y un fondo de crueldad que hacen crisis con el robo de su dinero. El fracaso del Shylock de Shakespeare se debe a su empecinamiento a usar los mecanismos del capitalismo para la venganza personal. Para el Peachum de Brecht el instransigente odio a su yerno será el principio de su fin. 


 Igual que a Shylock y a Harpagón su obsesión, su monomanía, llega a producirles un desdoblamiento de personalidad, evidenciando cuando Harpagón se arresta a sí mismo y cuando pretende hacerse torturar como sospechoso y colgar como culpable. Del mismo modo, si Shylock no se hubiera obcecado por ese empecinamiento enfermizo, Shylock hubiera obtenido a cambio a cambio de su papel el dinero abundante que Bassanio estaba dispuesto a darle. Paralelamente, si Peachum no se hubiera obsesionado con acabar con Macheath, la reina no hubiera dado un título nobiliario a su yerno.
 La contemporaneidad de Harpagón, que contiene rasgos típicos del burgués de la época, se expresa en su tren de vida, apropiado a su status social a pesar de su patológica tacañería: varios criados, carroza… todo responde al deseo de guardar una apariencia, es manifiesto a lo largo de la obra el temor y la servidumbre del avaro respecto al qué dirán. Esto es debido a que en buena medida los demás le respetan y los tienen en alta consideración debido a su capital. En la ópera de cuatro cuartos, Bertolt Brecht insistió mucho en que los actores no cayeran en la tentación de representar a los bandidos como granujas sino todo lo contrario, es decir, personas respetables que sencillamente ejercen una actividad profesional sucia. En la escena de la boda de Mackie, en la que éste hace que se traigan montones de muebles robados, Brecht tenía la intención de mostrar las circunstancias que la sociedad burguesa impone al hombre que quiere fundar una familia: en el capitalismo, un burgués padre de familia tiene que convertirse forzosamente en un bandido si quiere mantener decentemente a los suyos. En la obra de Shakespeare el protagonista de El comerciante de Venecia es el papel notarial, la escritura pública reconociendo la deuda que Shylock esgrime delante del Duque: “yo tengo mi papel”, “ni una palabra quiero contra mi papel”, proclama Shylock una y otra vez, y su razonamiento es tan claro, tan contundente, tan incontestable, que el Duque no ve salida y se muestra dispuesto, por mucho que le duela, a ceder la vida de una de sus súbditos más queridos.

El personaje de Shylock en Shakespeare es un hereje por cuestiones de banca y representa la clase social anacrónica y decadente que pierde ineluctablemente delante del nacimiento del capitalismo moderno, representado por Antonio el comerciante pobre pero espabilado, el representante de la clase social que comienza a imponerse. En Molière esta figura estaría representada por Cleanto, hijo de Harpagón, que va ganando y transformándose según transcurren los acontecimientos: el petit-maître redicho del comienzo lleva a cabo un enfrentamiento definitivo con su padre y por ende una radical oposición a los esquemas sociales. El nudo de la obra es precisamente este enfrentamiento dialéctico de interés y sentimiento entre  padre e hijo que mucho debió chocar en la época. 


En la ópera de cuatro cuartos, Si Peachum controla la mendicidad, el monopolio del hurto callejero y del robo pertenece al gángster Makie el Navaja. Pese al acordado reparto de territorios laborales, Peachum y Mackie se enfrentan por una "mercancía" sobre la que ambos creen tener derecho: Polly, la hija de Peachum, que se ha casado con Makie contra la voluntad de su padre. Dado que, para Peachum (y también en la opinión de Brecht, para toda la burguesía) incluso la boda de una hija es sólo un negocio, intenta sacar partido del fallido trato, aunque sea con posterioridad. Traiciona a su yerno denunciándolo ante la policía. El punto principal de la obra radica en que la liberación de Mackie es justa, pero no porque el bandido sea inocente, sino porque Brecht considera que no hace nada que los demás no hagan: negocios sucios: Makie el Navaja termina en la cárcel y está previsto que sea ahorcado. En el último momento, llega la salvación desde las más altas instancias: la reina indulta al bandido y le da un título de nobleza. Le regala un palacio y una renta vitalicia. Ha triunfado la injusticia, ha triunfado el capitalismo.

Las tres piezas teatrales comparten un eje implícito que bajo mi punto de vista es trascendente para entenderlas en profundidad. Las tres desafían las convencionales nociones de propiedad. Se dramatiza la pregunta “¿Quién es un criminal mayor?”, ¿Antonio que no puede devolverle el dinero a Shylock o Shylock que quiere una onza de su carne?, ¿Es mayor criminal el pretencioso y avaricioso de Harpagón o el ladrón que le ha robado la arqueta?, ¿Preferís a Macheath un criminal antiheroico y amoral o a Peachum que ve el matrimonio como un negocio?. Ante estas preguntas se ven abocados los espectadores y sólo a ellos les corresponde dar una respuesta.  


El avaro en Molière y Shakespeare, es una magnífica caricatura de las virtudes de la economía tradicional. En cambio, para Bertolt Brecht, el avaro no se corresponde con una clase social en decadencia ya que Mackie es igual de ladrón y avaro que Peachum pero indultado y con un título de nobleza. Es la continuidad de la explotación por otros medios. Para Brecht no hay diferencia de funciones ya que todo burgués es un ladrón, en cambio, para Shakespeare y Molière la nueva clase social ascendente tiene el beneplácito moral del escritor. 

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