En
este post pretendo comparar la figura trágica del avaro en Shakespeare, Molière
y Brecht: El comerciante de Venecia
(1596-1598), El avaro (1668) y La ópera de cuatro cuartos (1928). Aunque la
obra de Brecht y Molière puedan considerarse unas exploraciones parciales de la
exposición de Shakespeare, las tres piezas tratan el mismo tema (la decadencia
de una clase social y el advenimiento de una nueva) y aparecen dos figuras que
en muchos casos son comparables (el avaro o clase decadente y la nueva clase
social ascendente).
El
avaro de Molière o Harpagón es un personaje que ama el dinero más que la reputación, el honor y la virtud y la vista de
un peticionario le produce convulsiones. Es golpearle en su lugar mortal;
es atravesarle el corazón, es arrancarle las entrañas. Harpagón tiene síntomas
de desequilibrio mental y un fondo de crueldad que hacen crisis con el robo de
su dinero. El fracaso del Shylock de Shakespeare se debe a su empecinamiento a
usar los mecanismos del capitalismo para la venganza personal. Para el Peachum de Brecht el instransigente odio a su yerno será el principio de su fin.
La
contemporaneidad de Harpagón, que contiene rasgos típicos del burgués de la
época, se expresa en su tren de vida, apropiado a su status social a pesar de
su patológica tacañería: varios
criados, carroza… todo responde al deseo de guardar una apariencia, es manifiesto a lo largo de la obra el
temor y la servidumbre del avaro respecto al qué dirán. Esto es debido a que en
buena medida los demás le respetan y los tienen en alta consideración debido a
su capital. En
la ópera de cuatro cuartos, Bertolt Brecht insistió mucho en que los actores no cayeran en la tentación de
representar a los bandidos como granujas sino todo lo contrario, es decir, personas respetables que sencillamente
ejercen una actividad profesional sucia. En la escena de la boda de
Mackie, en la que éste hace que se traigan montones de muebles robados, Brecht
tenía la intención de mostrar las circunstancias que la sociedad burguesa
impone al hombre que quiere fundar una familia: en el capitalismo, un burgués
padre de familia tiene que convertirse forzosamente en un bandido si quiere
mantener decentemente a los suyos. En la obra de Shakespeare el protagonista
de El comerciante de Venecia es el papel notarial, la escritura pública
reconociendo la deuda que Shylock esgrime delante del Duque: “yo tengo mi papel”,
“ni una palabra quiero contra mi papel”, proclama Shylock una y otra vez, y su
razonamiento es tan claro, tan contundente, tan incontestable, que el Duque no
ve salida y se muestra dispuesto, por mucho que le duela, a ceder la vida de una
de sus súbditos más queridos.
El personaje de Shylock en Shakespeare es un hereje por
cuestiones de banca y representa la clase
social anacrónica y decadente que pierde ineluctablemente delante del
nacimiento del capitalismo moderno, representado por Antonio el comerciante
pobre pero espabilado, el representante de la clase social que comienza a
imponerse. En Molière esta figura estaría representada por Cleanto, hijo de
Harpagón, que va ganando y transformándose según transcurren los
acontecimientos: el petit-maître redicho del comienzo lleva a cabo un
enfrentamiento definitivo con su padre y por ende una radical oposición a los
esquemas sociales. El nudo de la obra es precisamente este enfrentamiento
dialéctico de interés y sentimiento entre padre e hijo que mucho debió
chocar en la época.
Las tres piezas teatrales comparten un eje implícito que
bajo mi punto de vista es trascendente para entenderlas en profundidad. Las
tres desafían las convencionales nociones de propiedad. Se dramatiza la pregunta “¿Quién es un criminal mayor?”, ¿Antonio
que no puede devolverle el dinero a Shylock o Shylock que quiere una onza de
su carne?, ¿Es mayor criminal el pretencioso y avaricioso de Harpagón o el ladrón
que le ha robado la arqueta?, ¿Preferís a Macheath un criminal antiheroico y
amoral o a Peachum que ve el matrimonio como un negocio?. Ante estas preguntas
se ven abocados los espectadores y sólo a ellos les corresponde dar una
respuesta.
El avaro en Molière y Shakespeare, es una magnífica
caricatura de las virtudes de la economía tradicional. En cambio, para Bertolt
Brecht, el avaro no se corresponde con una clase social en decadencia ya que
Mackie es igual de ladrón y avaro que Peachum pero indultado y con un título de
nobleza. Es la continuidad de la explotación por otros medios. Para Brecht no
hay diferencia de funciones ya que todo burgués es un ladrón, en cambio, para
Shakespeare y Molière la nueva clase social ascendente tiene el beneplácito moral
del escritor.
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