lunes, 6 de enero de 2014



Es en estos contextos de crisis en los que la verdadera cara del capitalismo surge a la superficie. En momentos de crecimiento económico, en los que la clase trabajadora disfruta de créditos bancarios a bajo interés y de puestos de trabajo, las implicaciones reales y concretas del capitalismo permanecen escondidas.

Hoy en España vivimos una situación que hace poner de punta a los pelos más rizados. Mientras en Sevilla se da desayuno, comida y merienda gratuita a niños cuyas familias no tienen recursos para darles de comer, en Barcelona se pagan 57 millones de euros por un jugador de futbol de apenas 21 años. ¿Por qué suceden estas situaciones? Cuando la riqueza de la sociedad decae, quien más padece es el obrero, pues si en el estado próspero de la sociedad la clase obrera no puede ganar nunca tanto como los propietarios, ninguna sufre tan cruelmente con su decadencia como la clase obrera. El obrero no tiene necesariamente  por qué ganar con la ganancia del capitalista, pero pierde necesariamente al perder él.

A toda esta situación se añade la afirmación del banco de España de querer bajar el salario mínimo a la población joven. Hemos llegado a un punto en que el mismísimo Banco de España es capaz de saltarse una de las normas básicas de la Economía Política: la necesidad de sostener a la clase trabajadora exclusivamente para evitar que esta se extinga. Con esa afirmación el banco de España degrada al joven trabajador tanto física como espiritualmente. Este embrutecimiento al que quiere llevar el Banco de España al joven trabajador, por suerte, ha tenido la oposición de todos los agentes sociales incluido el gobierno.



Que haya en esta sociedad 57 millones de euros para fichar a un joven jugador de futbol y pagarle una ficha exorbitante, y por otro lado, se quiera pagar un salario por debajo del mínimo interprofesional, debe hacernos reflexionar hasta qué punto está polarizado el mercado laboral español y hasta qué punto es injusta la redistribución de la riqueza. Hay dinero. Hay dinero y se invierte en aras del beneficio privado y no en pro del beneficio social. 

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