viernes, 21 de marzo de 2014


Decía Maquiavelo, a quien se considera el padre del realismo político moderno, que toda empresa política que no tuviera en cuenta la relación de fuerzas era una quimera. Esto lo supo ver muy bien Adolfo Suárez que apostó, no por la modernización del régimen existente, sino por su sustitución completa. Este dirigente neutralizó a los “ultras”, se granjeó el apoyo táctico de Fraga, y aceptó diversas reivindicaciones de la oposición: la Comisión de los diez.

                Livio era el historiador referente para Maquiavelo, este historiador romano, se había esforzado por hacer compatible su fidelidad a los valores republicanos con la amistad con Octavio Augusto, el primero de los emperadores. Esto fue toda una declaración de intenciones por parte de Maquiavelo, quien, sin renunciar a esconder su republicanismo, quería volver a la actividad política poniéndose al servicio de los Médicis. Adolfo Suárez, sin esconder su pasado de dirigente falangista gracias a Fernando Herrero Tejedor, no sólo pretendía subsistir ejerciendo el único oficio que conocía bien, el de político, sino que también buscaba favorecer un cambio en la alianza estratégica de los gobernantes franquistas. Gracias a Torcuato Fernández Miranda, consiguió el desmantelamiento del Movimiento y del sindicato vertical, la primera amnistía limitada, la ley para la reforma política, la legalización de los partidos y las primeras elecciones libres.

                Cuenta Maquiavelo, siguiendo el hilo de Tito Livio, que tras la caída de la monarquía de los Tarquinos, parecía que en la nueva Roma republicana había una gran unión entre el senado y el pueblo. Pero comenta a continuación que se trataba de una apariencia engañosa nacida del miedo que los reyes despertaban en los patricios y del interés que éstos tenían en contar con la complicidad de los plebeyos para cambiar el régimen. De la misma manera, tras la muerte del dictador Francisco Franco, parecía haber una unión entre parlamento y pueblo a razón de la ausencia de gobierno provisional y de acción cívica democrática. En realidad esta fachada de uniformidad ideológica y de continuismo era una falacia. El régimen se basaba en el miedo que los militares despertaban en los tecnócratas y monárquicos, y del interés de éstos por contar con el apoyo del pueblo español. La Ley para la Reforma Política fue el adalid de ese cambio y el gran triunfo de Adolfo Suárez. En realidad, esta ley alteraba estructuralmente la normatividad franquista pues, sin romper las formas, modificaba la ley de principios fundamentales del Movimiento que los definía como “permanentes e inalterables por su propia naturaleza” al introducir un cambio radical en el criterio de representación política con el paso de la orgánica a la individual. La política de pactos consiguió el fin perseguido por la oposición: la democracia, pero con otro protagonista: Adolfo Suárez, y otros medios cupulares: ausencia de gobierno provisional y de acción cívica democrática.



Maquiavelo y Adolfo Suárez subrayan, contradiciendo la opinión común, que fue la desunión entre el senado y el pueblo lo que hizo libre y poderosa la Democracia española y la República romana correspondientemente, y que todas las leyes favorables a la libertad habían nacido de choques entre clases sociales. La separación entre los gobernantes de la transición y el pueblo, que no tenía fuerza para usurpar el poder, también puede ser, en determinados casos como la Transición española, la mejor garantía de la libertad democrática.  

Desde este humilde blog se te agradece, Adolfo, tu trabajo por una democracia en la que la libertad de expresión y de conciencia sea un valuarte a defender, y este blog pretende ser un ejemplo de ello. Tú cambiaste de facción política y no por esto se te debe juzgar, sino por tus hechos, por tus acciones concretas articuladas en el primer Gobierno Suárez en pro de un gobierno democrático. Por todo ello gracias.

 Me gustaría cerrar este post con la cita que Adolfo Suárez hizo de Antonio Machado el 9 de junio de 1976:


 "Está el hoy abierto al mañana

mañana al infinito
Hombres de España:
Ni el pasado ha muerto
Ni está el mañana ni el ayer escrito."

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